martes, 25 de agosto de 2009

Alfonso y Mariel



Estábamos ahi, jugando con nuestras partes, cogiendo cada rincón en un cosquilleo jugoso.

quisiera que me dejes morder tus senos, quisiera convertirlos en una masa líquida y que mi vientre salte sobre tus muslos hasta que los dos nos rompamos los ojos de tanto llanto.

No sé si me lo concedas, 
si pueda convertir mi fuerza en una fuerza extranjera que inmovilice tu respiración, 
que se detenga sólo cuando el desaliento de nuestras rodillas termine por golpear el suelo. 
sólo así puedo recordarte, viéndote impávida y ruborizada, sin temor a que me escondas en el espejo, 
que el nombre de Claudia, de Alexandra o de Carmen se transforme en la excusa perfecta para que cada noche seas una mujer distinta.
La mujer que descuelga las piernas sobre los muros de mi casa, 
que bebe su angustia del opio o del sol, que me suplica por una puerta de la que jamás saldremos.

lunes, 24 de agosto de 2009

Un día en el parque.


En la banca se dice que no se contempla, se sugiere un árbol por cada dos personas que buscan conversación. En cada árbol se sostiene que el reloj marcará el inicio y también el fin de cualquier vida que ambos sostengan. Las bancas hablan por su cuenta y dicen que el espacio es únicamente para dos personas. No importa el tamaño de cada cual, cada cual decide su tamaño al fin y al cabo. El reloj no depende de las personas que se sometan, las horas dependen del reloj y la precisión de su tiempo. Las bancas llevan una a una los nombres de una vida sin escritura y cada nombre una insoportable ausencia. Un árbol que somete a un reloj, un árbol por cada nombre invisible, un nombre invisible por cada banca sobre tres puntos que dibujan los tres lados en la trama del parque. El tiempo de la conversación no admite ningún error, no admite cancelación o restitución de lo que se fue perdiendo en su transcurso. La pérdida o la tenencia corresponden al cuidado de cada palabra, de cada intercambio entre los afectos. Se dice que los que acudan a cada banca indistintamente seguirán los mandatos del nombre.


No hay libertad para el auxilio.


A.

Destinitos


El destino es un conjunto de idiotas que creen en una especie de orden aleatorio en donde el amor o la muerte son los únicos ingredientes disponibles en la preparación de un final incierto.

Huídas




Escapar nunca fue un auxilio.

martes, 4 de agosto de 2009

contrapunto

Me
gusta
tu
voz
como
una
ultima
asfixia.

lunes, 3 de agosto de 2009

Las cosas



No se puede vivir mucho tiempo en el frenesí. La tensión era demasiado fuerte en aquel mundo que prometía tanto y que no daba nada. Su impaciencia había llegado al máximo. Un día comprendieron que necesitaban un refugio...
 
G. Perec